jueves, 17 de mayo de 2012

Ranura de Memoria 3 – Presente

Jueves, 17 de mayo de 2012

Durante todos estos días había dormido como un bebe. La imagen de los pechos de mi ex siempre estaba presente.  Hacia tiempo que no me dedicaba tanto tiempo, hacia siglos que no me sentía tan bien conmigo mismo y todo era gracias al amor que desprendía aquel chico y que, de alguna manera, me había empapado.

Incluso llegué temprano al trabajo, aunque en vez de estar atento solo estaba pensando que aquella tarde y, que después de tres días, volvería a ver a Alex. Esto produjo que me echaran la bronca los de producción, ya que estaba despistado y me comí dos cambios de cámara, tampoco me había estudiado las plantas de cámara así que estaba a ciegas y me las soplaba el operador de sonido que tenia detrás. Solo pensaba en trabajar lo más rápido posible para terminar y llegar pronto a casa, cambiarme, limpiar un poco y esperar la llegada de Alex.

Volvería a sumergirme en su mundo, volvería  sentirme cálido abrazado por sus palabras; y por la noche volvería a dormir bien, ya que durante esa noche sería una persona diferente, romántica y sincera, por lo que el sueño me trataría bien. Había transcrito ya la primera parte de la historia en estos tres días, también le había sacado una copia para él y seguro que le gustaba, ya que una cosa es tenerla en mente y otra leerla como si fuera una novela sobre ti mismo. También había esbozado un guion, solo el principio, pero esto es solo para mí.

Salí del despacho del jefe de personal tras una bronca monumental que me había pasado por los huevos, cada vez que el Señor Prim dejaba de hablar, asentía y decía que “si” como un robot. Quizá me habían despedido, no lo tengo claro, pero si lo hubieran hecho me habría dado algún papel para firmar, así que conservaba el trabajo. Era importante tener un dinero para empezar el proyecto, ese proyecto que me sacaría del fango.

Llegué a casa las tres y media, tenía hasta las cinco para comer y limpiar algo. Me preparé un paquete para microondas, tenía fideos y arroz con pollo. Me había acostumbrado a comer esta porquería en los rodajes,  aunque tuviéramos cáterin siempre me quedaba en el set, mirando y probando cámara. Hecho de menos esa sensación y esa libertad de no tener un jefe en la oreja.
Eran menos 5, me notaba nervioso y no sabia exactamente por qué. Cambié las pilas de la grabadora la dejé sobre la mesa al lado de la libreta. Me froté las mano… sonó el teléfono.

-           ¿Sí?
-           Hola, soy Alex. Estoy abajo

Le abrí la puerta y esperé sentado; esta vez, quería ver como llegaba y se sentaba en frente de mí, con esa parsimonia que lo caracterizaba. Así llego, me tocó en el hombro y le miré: llevaba una chaqueta sencilla y unos vaqueros raídos. Se sentó enfrente de mi, saludo otra vez y dejó una pequeña cartera a los pies.  Nos miramos sin hablar un rato y comenzó su historia.

Ranura de memoria 3 – Pasado



Soy un chico tímido, lo admito, no es algo de lo que me avergüence, pero si me molesta bastante cuando me siento inseguro, me cabrea. De pequeño era igual. Tenía una seguridad de acero cuando estaba solo y hacia cosas, si dibujaba, hacia los trazos sin miedo a borrar o a que me salieran torcidos, si tenia que hacer un círculo no lo pensaba dos veces o ensayaba encima del papel. Lo hacia y punto. Pero luego en clase de plástica o cuando mi madre me miraba era distinto. Dudaba, quería hacerlo demasiado bien, así que pensaba que si lo hacia mal defraudaría a la gente, ese miedo me hacia estar inseguro y por lo tanto, fallar. 

Con las chicas igual, nunca hablé solo con ellas, lo típico, “hola”, “adiós” nada más que yo recuerde. También ayudaba que yo era el “grande” de la clase, el gordo, la diana de bromas, el malo en gimnasia. Para las chicas solo era aquel bulto de carne y ropa usada que a veces se apartaba para dejarlas pasar. Pero no todas era así, generalizar es malo, no se debe de hacer, pero es lo más sencillo.
Había una chica, Nuria un poco desaliñada en la forma de vestir o de peinarse, siempre la típica coleta rápida. No era de las populares aunque no las tenía como enemigas, algo muy bueno. Tampoco era muy guapa y llevaba gafas; estaba flacucha y era un poco arpía, eso hacia que me interesara por ella, pero como amiga. Solo como amiga. Era muy divertida, me hacia reír y yo la hacia reír a ella. Pero desgraciadamente, en aquella época ser amigo y amiga sin formar parte de un grupo estaba mal visto, era raro, así que duró poco, no nuestra amistad, si no nuestra imagen pública de amigos. Cuando cambiábamos de sitio en clase para que todos estuviéramos con todos, cuando me tocaba ella, volvíamos a las andadas, reírnos y tratarnos como igual y, por supuesto, el amor no estaba presente, estaba dos sillas más adelante, delante de una coleta rubia bien peinada. Allí estaba, cambiada y siendo la reina de la clase.

Si antes no le decía nada, bueno, tampoco conocía lo que se hacia con novia o como se utilizaba el amor. Pero ahora era imposible, había desarrollado su cuerpo en verano, como si se hubiera metido en un capullo y hubiera salido mariposa. Una hermosa mariposa. Esos pechos que nadie sabia qué hacían, ese culo que en gimnasia todos miramos, incluso el profesor, aunque lo negara rotundamente ante el director. Fue una historia rara, en medio de una clase fui al aseo, pasé por delante del despacho del director (creo que ahora es el mismo) y estaban discutiendo sobre eso mismo, se escuchaban lo gritos de director apagados y las réplicas inacabadas del profesor de gimnasia. Al volver del cuarto de baño, salió el profesor del despacho como las balas, ni me miró, tuve que apartarme, pero era evidente que estaba cabreado y si llega a ir más rápido le hubiera prendido fuego a los pantalones de chándal que llevaba. Entonces caí en la cuenta de por qué nunca corría con nosotros, nos hubiera ganado a todos y nos sentiríamos mal, el tío era súper rápido, tanto que no lo volvimos a ver.

Creo que la razón por la que no le dije nada está clara, era superior a mi, tanto social como personal, ella merecía al fuerte de la clase, o al rápido, o al listo. No al normal cuyo peso no era normal. Pero no todo estaba acabado, pasaron los años y yo seguía mirándola de lejos, inventándome historias en casa, salvándola de dragones, de la guerra o cruzando un depósito de agua por ella, como en la película The War protagonizada por Elijah Wood. Me marcó esta película, así como Mi chica aunque está me marcó antes y me enseñó lo que un chico puede hacer por una chica que le gusta. Todo esto para una tarde, ver como mi padre le regalaba una joya a mi madre, no recuerdo que era, pero sí que les robé la caja donde iba. Vi la reacción de mi madre así que deduje que haciéndole un regalo a Paloma la conquistaría o haría que al menos se fijara en mí. Como no tenia dinero le pedí a mi padre que me comprara una joya, la respuesta era obvia así que tuve que apañármelas. De pequeño era muy curioso y lo miraba todo, así que sabia donde guardaba mi madre todas sus cosas, así que una tarde busqué en su cajón alguna cosa que no utilizara, alguna joya que hacia tiempo que no se ponía, yo había hecho mis deberes – no los del colegio, esos nunca- y me había fijado en las orejas de mi madre toda la semana, así que busqué unos pendientes que nunca se ponía. Encontré unos rojos que jamás se los había visto puestos, eran pequeños y perfectos rubíes falsos con un pequeño gancho para colgarlo de la oreja. Los cogí y los guardé en la caja.

Como era tan inteligente había contado cuantas semanas faltaban para sentarnos juntos, era fácil, los de la mesa de la izquierda se movían hacia atrás un sitio cada dos semanas y los de la derecha lo mismo, así todos estábamos con todos. Dejando al azar calculado actuar, llegó la esperada semana que la tendría sentada a mi vera.  Como no, tratándose de mi, esperé al Viernes, bravo. Tenia guardada la caja en el estuche, había pensado si dársela sin más, contárselo todo y decirle que no dijera nada hasta el final como vi en una película, pero no, decidí hacerlo a mi manera. Tiré el escuche al suelo “sin querer”, como estaba abierto se esparcieron las cosas y las fui subiendo a la mesa una a una, incluida la caja con el regalo, bajé otra vez al suelo y esperé allí, doblado como una alcayata hasta escuchar el “¿y esto? ¿Qué es?”. ÉXITO. Subí de nuevo, con una cara radiante de felicidad, dispuesto a decir “un regalo para ti” pero en vez de eso, dije “un regalo para mi madre”. Cagado. Me di cuenta mientras lo abría y decía que eran preciosos que había sido un cagado de mierda y un subnormal. Siguiendo mi propio rollo le pregunté si pensaba que le gustarían, me dijo que a cualquier mujer le gustarían. En ese momento me sentí peor que nunca, vacío, roto y desmembrado por un montón de aguiluchos feos que me arrancaban la piel a tiras. Guardé la cajita en el estuche de nuevo, con mi mejor sonrisa y terminó la semana, aunque para mí, el año, la vida y el momento.

Creo que aquí queda demostrado como soy y seré durante todas estas historias.

Ranura de Memoria 3 – Presente 
-           Vaya, eras un idiota – le dije bromeando, porque al acabar tenia una cara triste que llegaba al suelo - pero un idiota subido ¿eh?
-          Si, quizá si.
-          Eh no, era una broma. No te lo tomes a mal, le podría pasar a cualquiera.

Allí estaba, sentado frente a mí, mirándose los pies. Estaba triste y se notaba, le había exigido mucho y ya tenia suficiente. Le dije que lo dejábamos por hoy que podría marcharse hasta otro día.

-          Voy a estar ocupado – me dijo – ya te llamaré yo.
-          De acuerdo. No te preocupes.

Nos quedamos mirándonos largo rato. En sus ojos vi la mentira, no era que iba a estar ocupado, era que tenia que recuperarse después de aquel recuerdo, se notaba aunque hacia como que no, era imposible no darse cuenta. Era tan tierno y bonito. Aparté la mirada de la suya tan rápidamente como ese pensamiento vino a mi mente, me levanté y lo acompañé a la puerta, despidiéndolo con un seco “adiós”. ¿Qué había pasado?