martes, 5 de junio de 2012

Ranura de memoria 4 – Presente


Jueves, 24 de mayo de 2012

Durante los siguientes días no había llamado a Alex, él tampoco había dado señales de vida. Por una parte estaba nervioso, esta historia iba para largo e íbamos un tanto retrasados, pero por otro lado, no me apetecía verlo. Una pequeña parte de mi aún estaba un poco resentida y el tiempo es lo mejor para olvidar. 

Hacia una semana que no nos veíamos, quizá ya era hora de llamarlo, pero yo había tenido un percance con los médicos, me habían diagnosticado un sinus pilonidal en la baja espalda y me había operado hace 3 días. Estaba recuperado, aunque aún tenia dolor y no podía permanecer mucho tiempo sentado, el menos mi trabajo era de pie y hace unos días nos dijeron que algunos íbamos a cambiar de programa o incluso se hablaba de operarios de cámara para un rodaje de una película. Yo me ofrecí voluntario para esto último, quería oler de nuevo un set, meterme en ese mundo y, quizá, podría dejar caer un libreto delante de las narices del productor de turno. Tendría que adornarlo como nunca, hacerlo tan comercial como un anuncio. También podría rodarlo por mi cuenta, no era una superproducción y me debían favores. Favores. Gente.

Viernes, 25 de mayo de 2012

Desperté temprano, justo antes de que sonara el despertador, pero como siempre, puse la mano sobre él y esperé a que sonara para apagarlo. Cogí el móvil y me decepcionó no ver alguna llamada perdida o un sms, pero claro, no creo que fuera a llamarme por la noche.  Me duché, salí de mi casa, cogí el coche y me dirigí hacia los estudios.

Llegué media hora antes sin darme cuenta, así que me escondí detrás de la maquina del café, había una pequeña sala para los recambios de los focos. Nadie entraba allí nunca, salvo para echar un polvo rápido si te había entrado el calentón con la jefa de caterin. Solo lo habíamos hecho una vez y encontramos ese sitio de pura chiripa y menos mal, yo ya no llevaba los pantalones puestos.
No la volví a llamar después de eso. Quizá ahora estaría saliendo con ella y con planes de boda e hijos. Simplemente esa idea me revolvía las tripas, no la idea de ser padre o esposo, si no la idea de no tener aún alguna de las dos cosas.

Por alguna extraña razón me bajé los pantalones y me saqué el pene, pensaba masturbarme allí mismo recordando aquel maravilloso polvo, pero justo antes de empezar escuché al jefe en la máquina de cafés, estaba hablando otro hombre.

-          ….el problema viene de a quién te quieres llevar.
-          Bueno, evidentemente, quiero al mejor. Estamos hablando de una producción de hollywood.
-          Bueno tengo un cámara con bastante experiencia, es el que hace los planos de cámara, creo que antes era director… si tiene varios trabajos independientes y algunas producciones.
-          ¿Es profesional? Bueno parece que tiene experiencia
-          Si claro, es un buen cámara, puedes llevártelo a Inglaterra sin problemas y …

No me lo podía creer, ¿Inglaterra? ¿Qué demonios significaba eso? El cabrón los lo había ocultado y la jodida suerte ha estado esta vez de mi parte. No quería irme, ahora no. Sin subirme los pantalones salí de la sala de recambios para focos y me presenté delante de los dos hombres trajeados. Ambos se quedaron petrificados al verme de repente, pero sus caras se transformaron en un cuadro de Dalí al verme la polla colgando por fuera del calzoncillo. Antes de que pudieran decir nada, les tiré el café encima, me subí los pantalones y salí de allí con paso firme. No entendía lo que me decían pero el revuelo era impresionante y supongo que los insultos saltaron como chispas de petardos. Salí a fuera evitando la metralla y subí a mi coche. Lloré durante todo el camino a casa.

Sábado, 26 de mayo de 2012

Desperté tirado en el suelo junto al sofá, al moverme sonaron algunas de las botellas de ginebra que compre de camino a casa. Había cogido la mayor de las borracheras para intentar buscar una respuesta a mi actuación de ayer, si es que era sábado, quizá llevaba inconsciente dos días. Busqué a tientas el teléfono móvil pero lo único que encontré fueron más botellas y trozos a medio comer de pizza.

La había cagado, eso estaba seguro, di por hecho que me habían despedido, ahora no tenía trabajo, así que tampoco una fuente de ingresos, pero si unos suculentos ahorros. Aquel no era el problema, lo era el hecho de haberme comportado como un sucio estúpido, un marrano obsceno. Quizá tuviera alguna denuncia, pero quizá también lo achacarían al trabajo y al estrés y mis compañeros habían presionado para que el jefe no me denunciase. Pero claro, salvar mi puesto era imposible. La había jodido delante de aquel magnate mediocre y por tanto, mi jefe no podía hacer la vista gorda, ya que su puesto quizá también corría peligro. Quizá también debería de buscar otro quizá también, hasta mis pensamientos son repetitivos.

En ese momento sonó el jodido teléfono taladrándome los tímpanos como una manada de hunos; entre abrí los ojos y lo encontré, al fina, debajo de una caja de pizza con una polla de considerable tamaño dibujada  en la parte superior. Antes de descolgar pude ver unos 13 mensajes “tengo amigos al fin y al cabo”, pensé. Me puse el teléfono en la oreja.

-          Brup (eructo) ¿Si?
-          Emh, hola soy –
-          Ah ¡Alex! Cuanto tiempo (maldito enano cabrón) ¿Qué tal? (Rata asquerosa)
-          Emh bien, je, gracias. Oye, ¿estás bien? (¡Qué si estoy bien dice!) Te noto la voz un poco tomada…
-          Bueno, brup, he cogido algo de frio esta noche. ¿Qué querías? (enano asqueroso)
-          Emh, ya he terminado todo lo que tenia que hacer (mentiroso cabrón) así que cuando puedas podemos retomar nuestro proyecto.
-          Si, si claro (¿podrías haber llamado antes no?) cuando te venga bien.
-          Pues te llamo para concretar, en un dia o dos, para que te mejores de ese constipado (si, mejor que no aparezcas por aquí pronto porque ¡te arrancaría esa cabeza de enano que tienes!)
-          De acuerdo. Hasta luego campeón.

Me quité el teléfono de la oreja, le grite ‘cabrón’ con todas mis fuerzas. Me levanté, abrí una ventana para que se oreara el salón y tiré el teléfono a tomar por culo. Tras hacerlo me di cuenta de que lo necesitaría para recibir la llamada de Alex, pero bueno, tenia tiempo, pero no para recoger está mierda de salón. Me fui a la ducha y me limpie toda la porquería, tanto la que tenia por haber dormido sobre trozos de pizza, como la emocional.

Martes, 05 de junio de 2012

-          Ya era hora de que llegases ¿no? – le dije con enfado a Alex, llevaba esperando 10 días a que apareciera por mi casa y llegaba una hora tarde –.
-          Perdón, perdón – dijo entre risas – es que casi lo olvidé.
-          ¿Casi lo olvidas? ¿Cómo es eso? Una cosa se olvida o no… pero casi olvidarla…
-          Bueno – soltó una risotada – es curioso, sabia que tenia que venir, pero antes de salir me puse a pensar qué decirte y casi lo olvido. Sabia que tenía que venir, pero no recordaba que tenía que venir ¿me explico?
-          No – yo también reí – creo que se te da mejor contar historias que explicarte.

Me miró con una sonrisa. Parecía que estaba contento por venir aquí, le gustaba contar su historia aunque le doliera el simple hecho de hacerla. La última vez que me llamó, hace diez días, me volvió a llamar unas horas después, me confesó que su madre estaba ofuscándolo para que dejara de venir. En una comida se le había escapado nuestro secreto y a su querida madre le parecía un puto violador de niños y no quería que Alex volviera a mi casa. Sabía que él podría solucionarlo así que le dejé margen (tiempo que utilicé para beber y estabilizar mi vida) para que el mismo lo arreglase y aquí lo tenemos, suelto como un pavo real, a sus anchas,  libre; no le tenia que decir qué hacer, el mismo se sentó en su silla delante de la mía y esperó a que yo llegara con refrescos y algo para picar.

-          Así que todo solucionado ¿no? Tu madre por fin te ha cortado las cadenas.
-          Si – bebió un poco – fue complicado convencerla, tuvimos que ver todas tus películas y cortos.
Reímos durante un par de minutos.
-          Veo que has tenido que utilizar la artillería pesada y dime, ¿qué le han parecido?
-          Le gustaron, aunque parezca increíble. Después de verlas hablamos sobre este trabajo, incluso estaba interesada, yo a mi madre no le cuento nada.  Aunque no le gustó la idea de que te contara todas mis intimidades aceptó cuando le dije que si el proyecto saldría adelante ganaríamos mucho dinero y la llevaría a una gala.
-          No está bien mentirle a una madre – reímos durante otro par de minutos. Estábamos a gusto y eso se notaba en el ambiente – pero quizá tengas razón. Quien sabe. Quién.
-          Si… quizá.

Tras una larga pausa donde cada uno imaginó lo que quería imaginar (yo por mi parte imaginé el estreno en un pequeño cine, advirtiendo al público que esta seria la mayor confesión de la verdad que jamás iban a ver), le dije con la mano que podía comenzar cuando quisiera y encendí la grabadora.

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